¿Quién vive en la Casa Vecina? (1)

19 de junio Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; Efesios 4:11-12


Capacitar – ¿Por qué nos proveyó el Señor un Cuerpo con todas estas personas talentosas? ¿Cuál es el propósito de aquellos enviados, aquellos que revelan, los que llevan buenas nuevas, los que pastorean y los que instruyen? Pablo no deja la pregunta sin contestar. Es para capacitar. Ahora, ¿Qué quiere decir?

La palabra griega aquí es una combinación de kata y artios. Significa “encajado juntamente” o  “perfectamente completo.” Imagina todas esas piezas que entran en la construcción de una casa. Cada una es importante para el producto final y cada una depende de otras. El fundamento no es más que las vigas. El techo no es superior a las paredes. A menos que todos encajen juntos, la casa no sirve. No servirá su propósito. De la misma manera, un apóstol no se eleva sobre el maestro, ni el profeta sobre el pastor. Cada uno tiene su propio rol que cumplir. No existe jerarquía de importancia en la construcción de una casa. Lo que importa es el producto final, no las partes individuales. ¡Lo que importa es cómo encaja!

Ahora que ya hemos establecido esto, ¿Cuál es el producto final? Si miras a tu alrededor, podrías pensar que el producto final de todo este esfuerzo cooperativo es un edificio llamado iglesia. A fin de cuentas, si deseas conocer a todos los que dicen ser apóstoles, profetas, pastores y maestros, lo más probable es que los encuentres en los edificios de las iglesias. Pero sabemos, evidentemente, que el edificio en si no es la meta. De hecho, no existían edificios de “iglesias” durante toda la historia del Nuevo Testamento. Así que la meta final no es literalmente un proyecto de construcción. Es sobre las personas que componen el Cuerpo. Deben ser construidas para un propósito y ese propósito son las obras de servicio. Eso quiere decir que el cuerpo capacitado, la colección de los redimidos, está diseñada para hacer algo. Están allí para servir.

Ah, debe ser que el cuerpo recoge la ofrenda, saluda en la puerta, arreglan las flores, cantan en el coro y tocan puertas con intenciones de salvar almas. ¡No lo creo! La intención de Pablo es que veamos que somos equipados para marcar una diferencia en las vidas de los demás. El trasfondo hebreo de Pablo añade el elemento que encontramos en la Ley Judía. La política social de Israel se erigió sobre el fundamento del mandamiento de Dios sobre el vecino. Levítico 19:18 era la obligación inescapable al servicio como parte esencial de la experiencia religiosa. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” no deja espacio de equivocación sobre la obligación apropiada a la comunidad. En la apreciación hebrea, la voluntad de servir las necesidades de tu vecino está inextricablemente ligada al servicio a Dios. La cultura hebrea se define no solo por su exclusividad en la adoración a Yahweh sino también por su relación divinamente instituida a la comunidad mayor. Ningún hombre existe solo para mejorar su propio autoconocimiento personal. Su existencia misma está atada al bienestar de los hombres.

El cristianismo contemporáneo frecuentemente se encuentra montando con dificultad las perspectivas griegas y hebreas simultáneamente sobre la voluntad de servir. Por un lado, hemos sido plenamente indoctrinados por la cultura post-moderna donde el individualismo reina supremo. La libertad se concibe frecuentemente únicamente dentro de la mentalidad griega como mi derecho de auto-determinación sin obligación a otros. En esta perspectiva, si escojo actuar a favor de otro, lo hago de mi propio interés personal iluminado, no por la inmersión de una identidad individual dentro de la conciencia comunitaria. Los actos de caridad motivados por la perspectiva griega pueden ser magnánimos, pero no son expresiones de vaciarse en respuesta a un imperativo divino. La iglesia cae presa de este culto al individuo cuando promueve el servicio como medios de cumplir metas. La caridad levítica no solicita retornos cuantificables. Exige solo distribución sin reservas ante la cara de necesidad. Donde los presupuestos, consideraciones de programas, e implicaciones políticas quitan el filo a la exigencia de servir al “prójimo,” la iglesia entra en el mundo griego de la generosidad calculada. Escucha el llamado de Levítico, pero resiste la respuesta contundente porque está atrapada en el polis de un mundo conformado a los patrones de pensamiento griegos. Aun la designación de vecino se complica cuando el vecino no se sujeta a los cálculos socio-políticos.

Jesús fortaleció el concepto de servicio. El servicio ya no es ahora solo una obligación emitida por Dios; es la marca que define el verdadero discipulado. Aquellos que resisten el llamado por voluntario que se vacíen a sí mismos no pueden entrar en el destino real del Hombre, ni encontraran un hogar cálido con Dios. El servicio es la misión humana.

Así que, ¿Qué quiere decir servir a mi hermano? Quizás quieras pensar en esa pregunta hasta mañana.

Subscribe
Notify of
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments