¿Quién Vive en la Casa Vecina? (2)

20 de junio Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; Efesios 4:11-12

 

Ministerio – Ahora que reconocemos que el servicio no es opcional, la pregunta se convierte en, “¿Qué es servicio a mi prójimo?” la respuesta es sencilla y profunda. La palabra griega diakoneo se convierte en la descripción de todas las acciones en pos de otros. Cubre a quienes organizan, dispensan, supervisan, asisten, apoya, proveen y aun sufren por otros. Es la metodología del nuevo orden, los medios por los cuales todas la relaciones humanas deben conducirse. Es la marca definitiva de la nueva comunidad dedicada al amor el uno por el otro en acciones concretas de servicio. No es pasivo ni cognitivo. Esta allí afuera en una vida que asiste a otros a cumplir cosas.

 

Esto tiene implicaciones radicales para la iglesia contemporánea. Veras, la mayoría de las iglesias de hecho equipan a sus miembros para pensar como mendigos de cinta negra. El modelo económico de la iglesia se basa en la idea que la iglesia consume pero no produce. Lo que quiero decir es esto: la iglesia opera tomando riqueza de los miembros productivos y consumiéndolo. Sea por medio de diezmos, ofrendas o acumulación de deuda, la iglesia típica no produce algo que le devuelve valor tangible a la comunidad. Claro que los miembros producen algo de valor tangible, pero la iglesia como cuerpo colectivo usualmente no lo hace.

 

¿Pero es esto servicio? El servicio parece definirse en términos de esfuerzos que mejoran el bienestar de los vecinos. Eso significa hacer cosas que logran diferencias tangibles y reales en las vidas de los que viven en la casa de al lado. Eso significa que el modelo verdadero de iglesia debe ser un modelo de producción. La iglesia existe para proveer bienes y servicios a otros, aquí, ahora, en este mundo. No existe para hacer promesas sobre el cielo. Existe para ser agente de cambio cultural, traer shalom a las vidas de todos a quienes toca. Es el colectivo de acción al prójimo. Y, dicho sea de paso, cuando la iglesia se convierte en un productor que afecta el bienestar de la comunidad. También tendrá impacto espiritual en esas vidas como efecto secundario  de ser buenos vecinos. El modelo contemporáneo de estructura eclesiástica en la colina, que llama a la comunidad a entrar en sus santos espacios, a apoyar su misión divina ha volcado el modelo de arriba a abajo. Si la “iglesia” es el Cuerpo, entonces se distribuye dondequiera que sus miembros logren diferencias productivas en las vidas de sus vecinos. Y si la iglesia no está haciendo esto, entonces no es más que un templo pagano, succionando los recursos que Dios ha colocado para administrar en las manos de Su pueblo para el cuidado de otros.

 

Pregúntate la próxima vez que pase frente a ti el plato de colecta: ¿Cómo afecta la vida de los vecinos en mi comunidad esta exigencia de redistribución de riquezas? ¿Provee para su bienestar, o solo fondea una cooperativa de consume?

 

 

 

 

 

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