Evitando el Daño Colateral

16 de julio Cuando prestes cualquier cosa a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar su prenda; te quedarás afuera, y el hombre a quien hiciste el préstamo te traerá la prenda. Deuteronomio 24:10-11


Prenda – Si haces un préstamo a un miembro de la comunidad de la gracia, puedes pedir colateral. Pero no retendrías el colateral adeudado. Los rabinos interpretaron este mandamiento con mucha amplitud. Comprendieron que no puedes tomar colateral en ningún lugar donde el prestatario tenga propiedad. Debes esperar que el prestatario provea el ´avot, el juramento. ¿Por qué?

Las instrucciones de vida de Dios están llenas de gracia.  En este caso, la gracia se demuestra en el respeto a la dignidad de otros. Nada puede ser más importante a un hombre que se ve en la obligación de pedir un préstamo. La dignidad personal se mantiene porque el prestamista no tiene permitido tratar al prestatario como esclavo. La prohibición de tomar colateral significa que el prestatario debe respectar la dignidad del prestamista. El prestatario puede actuar voluntariamente. La transacción requiere consideración de ambas partes.

Podrías pensar que este pequeño requisito tiene pocas implicaciones en el mundo moderno de las finanzas. A fin de cuentas, todos los préstamos de hoy se transan con corporaciones anónimas. Nunca conoces al prestamista. Solo conoces el nombre del banco. Pero el proceso en si ya mina la dignidad personal de la relación prestamista-prestatario. El sistema del mundo avala la deuda. No existe relación personal entre el prestamista y el prestatario. Y como no existe relación personal, la posibilidad de fraude o fracaso de pago aumenta substancialmente. A fin de cuentas, la deuda no es real para nadie. Solo es una deuda a una corporación gigante. Este préstamo no tiene rostro.

La remoción del elemento personal ha causado gran parte del abuso del sistema financiero. En la comunidad del Reino de Dios todas las regulaciones servían para prevenir esta irresponsabilidad anónima. Las deudas eran muy personales, y como resultado, debían ser tratadas con mucho respeto por ambas partes. Pero hoy, las deudas no son más que un número de cuenta y un balance negativo.

¿Qué sucedería si nosotros, los seguidores de Yeshua, comenzaran la restauración del sistema financiero? ¿Qué sucedería si el sistema económico si hiciéramos prestamos según las instrucciones de Dios? ¿Cómo nos afectarían esas deudas si cada transacción tuviese un rostro? La restauración del Reino es mucho más que simplemente edificios eclesiásticos o llevar las Buenas Nuevas a los perdidos. El sistema del  Reino remplaza los sistemas del mundo. Las cosas no se hacen “como de costumbre.”

Piensa un poco en lo que sucede cuando Dios trae Su Reino a la tierra. Eso es lo que pedimos en nuestras oraciones, ¿no es cierto? Entonces ¿Por qué continuamos haciendo las cosas según el sistema del mundo? ¿Estamos listos para ser transformados – por completo?

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