Pensamiento Hebreo

12 de julio Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús. Romanos 8:1


Condenación – Así que ahora ya sabes que la palabra griega katakrima se refiere al pronunciamiento judicial de culpa. En griego, Pablo nos dice que no somos culpables ni un poco. El juicio que recibimos no es de pena de muerte. ¿Pero qué significa eso para la audiencia de Pablo, una audiencia educada en patrones hebreos de pensamiento?

La investigación revela que katakrima se relaciona con la palabra hebrea mishpat. ¡Eso lo cambia todo! ¿Por qué? Porque el hebreo mishpat significa ambos “juzgar” y “gobernar.” Quizás eso no parezca muy sorprendente, pero el impacto llega cuando comprendemos que en el pensamiento hebreo el propósito del juicio no es de llegar a un veredicto inalterable sino que es para restaurar una relación. Mira Génesis 16:5 o Isaías 2:4 o 1 Samuel 8:20. La gracia y el rescate van de la mano dentro del proceso de juicio. Gobernar es proveer misericordia.

¿Cómo puede ser así? ¿Acaso no es la condenación señal de exclusión? No, la condenación no es solo la remoción del castigo merecido. Es primero y primordialmente la restauración de la relación. No se condenado significa una cosa sobre todas las demás – ¡paz con Dios! La Ley sirve un propósito real de salvación solo cuando me lleva al final de mi mismo y reconozco que yazgo culpable ante el Santo. Solo en ese momento, la Ley ha cumplido su trabajo, y en el mismo momento, mishpat me señala hacia la restauración. Me doy por vencido de mi mismo como la fuente de mi valor y descubro que la misma Ley me que me llevó al final de mi mismo ahora me señala el camino hacia mi reconciliación. Lo que me condeno se convierte en el vehículo de lo que me gobierna en mi relación restaurada. Mishpat es “la revelación de gracia de Dios la cual es la base de su relación no meramente con el pueblo escogido sino con todos los pueblos.”[1]

El pacto (y todas sus implicaciones) nunca está muy lejos de la mente de Pablo No puede estarlo de nuestra mente tampoco. El juicio y el gobierno van justos. Mi condenación sirve como la puerta hacia mi restauración y una vez reconciliado regreso al gobierno de la misma cosa que reveló mi pecado. ¿No es grandioso Dios? ¿A quién se le podría ocurrir algo así si no a Él?


[1][1] Hentrich, TDNT, Vol. III

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