Doble Placer


Y plantó el SEÑOR Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; Génesis 2:8

Edén – Cuando Rousseau terminó la remodelación del Jardín del Edén, todos creímos que esta palabra hebrea se refería al paraíso tropical repleto de plantas exóticas y deleites eróticos. Es hora de dejar atrás esas imágenes y que veamos la realidad del juego de palabras dentro de éste versículo. Lo que descubriremos podría cambiar tu perspectiva del placer.

Un poco de trabajo detectivesco nos muestra que ´eden es una palabra poco usual. Como sabes, en hebreo la mayoría de los sustantivos poseen género. Así como el francés, castellano y latín, los sustantivos son femeninos o masculinos. Con frecuencia esta característica de género parece completamente independiente del objeto al cual hace referencia. Por ejemplo, una cosecha plena es femenino pero un ángel es masculino (si, es correcto, no existen ángeles femeninas rubias, ni siquiera para Charlie). Esta característica produce algunos atisbos extraños (pero importantes). Por ejemplo, la palabra que describe al Hombre (adam – masculino) como “ser viviente” son ambas sustantivos femeninos (nefesh hayah). Pero ´eden es realmente extraño. Es femenina y masculino. En el Salmo 36:8, ´eden es masculino. Pero en Génesis 18:2, ´eden es un sustantivo femenino que describe el deleite sexual intimo. Claro que ´eden también es el nombre de un lugar. Así que cuando leemos este texto en hebreo, una hueste de imágenes inunda la mente. Los dones buenos de Dios, el placer sexual, el lujo y el embarazo están todas incluidas en una palabra para la ubicación de este Jardín. Aparentemente el idioma hebreo define el placer en categorías mucho más amplias que nuestra imaginación usual sobre el Edén.

Aquí hay algo que debemos notar. Edén no fue creado por Disney o MGM o por la comisión de zonificación de Las Vegas. El Edén es el lugar de placer de Dios. En otras palabras, el Hombre no decide cual será el placer de su vida. Dios coloca al Hombre en el lugar del placer de Dios. Dios dice al Hombre lo que es el placer – y lo que no es. El pictógrafo refuerza el punto. Ayin-Dalet-Nun  es la imagen de “experimentar la puerta a la vida.” Dios define el placer como lo que da vida al hombre. Y claro, Dios, el autor de la vida, define lo que es la vida.

Esta asunción escondida es de importancia vital para nosotros. ¿Qué sucede cuando decidimos definir el placer en nuestros propios términos? Tomamos el lugar de Dios. Actuamos como si somos la fuente de vida. Escogemos el placer basándonos en lo que nos satisface, lo que nos parece bueno, lo que encontramos deleitable. Pero no somos Dios. La vida no nos pertenece. No somos más que criaturas frágiles completamente dependientes en Su gracia para nuestra respiración y nuestro pan. ¿Quién somos para decidir que pertenece dentro del jardín? Eden es el ámbito y diseño de Dios.  Cada vez que escogemos definir el placer en función de nuestra propia estimación de lo bueno, comemos del árbol que provoca caos, destrucción y muerte. Desde la perspectiva bíblica, no soy libre para decidir la naturaleza del placer. Dios lo decide por mí. Es por eso que sembró el jardín en el ´eden.

¡Cuán desesperadamente necesitamos aprender la lección de este pequeño juego de palabras hebreas! En una cultura que aboga por redefinir el placer con cada estimulo novedoso, ya no comprendemos el Edén de Dios ni somos capaces de encontrarlo dentro de los dioses pequeños de nuestra propia creación. La búsqueda del placer solo nos aleja de la verdad. No necesito perseguir lo que Dios ya me ha dado. Solo necesito obedecer – y dejar que Su diseño se convierta en mi deleite, otra vez.

Edén, ´eden, placer, deleite, sexo, Génesis 2:8

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