Lección de Historia

No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah.” Deuteronomio 6:16

Tentar [probar*]: Dios nos manda no probarlo. Mmm… ¿Qué supone Usted que esto significa? ¿Qué no debo dudar? ¿Qué no debo preguntar? No seré capaz de contestar estas preguntas a menos que conozca la historia de Masah. Yo necesito la historia para adorar apropiadamente. Nunca podré desconectarme de las personas que vinieron antes de mí.

Lo que sucedió en Masah llena el contexto del verbo hebreo nasah (probar, tratar, tentar). Este verbo es usado para describir la fidelidad de Dios (Ver Génesis 22), así que no siempre es una acción que se desaprueba. Pero algo ocurrió en Masah que nunca debiera ser repetido. A menudo el texto da vueltas alrededor de la palabra “pelea”. Pero esto no es lo suficientemente fuerte. En Masah, el pueblo acusó a Moisés y a Dios de impotencia e indiferencia. Ellos dijeron. “Dios, si Tú no nos cuidas como esperamos, no te seguiremos más. ¡Tú tienes que probar que eres Dios y que te interesas por nosotros!” En otras palabras, ellos desafiaron el poder de Dios y su benevolencia a pesar de la amplia evidencia en contrario. ¿Por qué hicieron esto? Porque ellos creían que Dios debía actuar de acuerdo a la voluntad de ellos. Así, demostraron que su fe dependía enteramente de lo que Dios hiciera por ellos y no de lo que Dios era. Ellos cuestionaron la promesa del cuidado providencial de Dios, relegándolo al rol del un genio-cumple-deseos. Dios no sería insultado. Tampoco Él permitiría a los hombres dictar cómo debía cuidar a su Pueblo. Él no está bajo nuestro control y no le decimos a Él lo que es bueno. La prueba en Masah es un signo de desobediente rebelión, un rechazo a aceptar el carácter de Dios como base de la obediencia. En Masah, los israelitas decidieron que ellos preferían más bien estar en Missouri (“lo creeré cuando lo vea”) Dios no estaba complacido.

¿Qué aprendemos de esta lección? Primero, aprendemos que el tema de la desobediencia rebelde, en la cara de la aplastante evidencia de la bondad de Dios, es pecado. Dios se preocupa por nosotros. Cómo su cuidado se manifiesta en nuestras vidas no es nuestro problema. Que Él nos cuida es todo lo que necesitamos saber. Nosotros somos sus siervos, no Sus directores. Cuando siquiera empezamos a pensarlo debido a alguna consideración del Todopoderoso, necesitamos recordar Masah.

Segundo, aprendemos que cualquier acción cuestionando el cuidado providencial es peligrosa. La fe no puede estar basada en mi percepción de cómo Dios suple mis necesidades. Eso no es fe. Eso es presuntuosa idolatría. Si mis creer depende de que Dios haga lo que yo pienso que Él debe hacer por mí, yo no soy diferente al hombre que confía en su dinero para alimentarse, en su seguro para protegerlo y en sus amantes para satisfacerlo.

Dios es Dios sin ninguna necesidad de actuar en absoluto. Que Él actúe a mi favor es pura y exclusivamente una muestra de su fidelidad. Gratitud es la base de la fe.

Tercero, podemos empezar a ver que Yeshúa no murió por mis pecados. Él murió por amor al Padre. Perdón es el producto derivado de la obediencia de Yeshúa. Él fue a la cruz porque confió en el carácter del Padre. El Padre probó la fe de Yeshúa y la encontró digna. Que así sea con nosotros también.

Índice Tópico: Éxodo 17:1-7; Deuteronomio 6:16 y 9:22; Salmos 95:8, nasah, probar

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