¿Me Ves? (2)


Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas. Mateo 15:28

Fe – La refugiada canaanita “grazna” en su desesperación. “Ten piedad de mi, Hijo de David.” Su plegaria no es accidental. El titulo que utiliza (Hijo de David) dice algo importante. Este título se asociaba con el Mesías esperado. El mesías judío esperado. Pero ésta mujer no pertenece al pueblo del Mesías. Ella sabe que no pertenece. Así que utiliza un título oficial que dice, “Yo creo que tú eres el Mesías judío, el esperado. ¿Puedes tener piedad de mi aun cuando soy una paria?” Quizás conocía bien su lugar. Era el lugar de la exclusión.

Algunos comentaristas sugieren que su intento inicial de relacionarse con Yeshua se basó en una manipulación deliberada del uso de su titulo judío- Intento disuadir a Yeshua aplacándolo con esas palabras. Pero no existe indicación en el texto de que no fue completamente sincera. Con frecuencia Yeshua encontró personas fuera de la comunidad religiosa judía que reconocieron quién era El. De hecho, quienes no compartían las presuposiciones restrictivas de los judíos podían ver la verdad- Esta mujer ve quién es. La pregunta es: ¿Verá El quién ella es?

Mateo describe su clamor con la palabra eleeo – misericordia. Pero el pensamiento griego detrás de esta palabra no es todo lo que enseñó Yeshua sobre la misericordia. En la cultura griega, la misericordia no era una consideración moral o legal. Era una respuesta psicológica emocional. La emoción de la misericordia nos arrastra cuando entramos en contacto con alguien que padece de sufrimiento inmerecido. Algo dentro de nosotros responde a la plegaria de otro. Simplemente no podemos evitarlo. Y esto crea otro problema en la mente griega. La misericordia se relaciona con el temor.  Puesto que no existe razón aparente para la tragedia, nos recuerda que la tragedia también nos puede suceder. La misericordia no es una pasión que nace cuando vemos a alguien sufrir porque lo merecen. No sentimos piedad por ellos. Las acciones traen consecuencias. Si han sufrido por consecuencias justificadas, entonces eso está bien. No se requiere de misericordia. Pero el sufrimiento inmerecido es otra historia. Crea el temor de “qué tal si.”

En la Tanak (Antiguo Testamento) la misericordia es una obligación del una promesa de pacto. La parte más fuerte muestra misericordia a la parte más débil. Eso significa ayudar a quién lo necesita. La misericordia es un reflejo de la ayuda de Dios a Su pueblo. La misericordia demuestra el amor de Dios a Su propia creación. Dios nos amó antes de hacernos promesas. De hecho, Su ayuda a nosotros no depende de que mantengamos los términos de la promesa. Dios deseó volcar Su amor y compasión sobre nosotros cuando lo necesitábamos más, después que quebramos nuestra relación con El, cuando éramos extraños.

La misericordia es el acto de benevolencia hacia alguien en necesidad. No es conmiseración. No es responsabilidad social. Es mi mano levantando tu mano. Es compasión con involucramiento personal. Puesto que la misericordia es parte del tejido del pacto, no es señal de debilidad. De hecho, la misericordia demuestra la fortaleza de Dios. El es tan poderoso que es capaz de liberarnos del castigo sin comprometer la Ley. Como lo hace es la historia de la crucifixión.

Yeshua sabía que la misericordia es sobre sacrificio. Es sobre el sacrificio de tomar decisiones. Los griegos estaban equivocados. La emoción de la misericordia, la perturbación sobrecogedora de nuestra alma cuando se confronta con uno como nosotros viviendo tormento, no es algo que se pueda evadir. La vida está diseñada a llevarnos cara a cara con el dolor y el sufrimiento. Existe una razón para esto: Dios desea que veamos nuestro estatus verdadero en Su corte. Pero los griegos no tenían un Creador y Juez personal detrás de su filosofía. Solo tenían Leyes. Por lo tanto, la misericordia les provocaba temor. Les recordaba que la vida era incontrolable. Sin un Dios soberano, puede pasar cualquier cosa. No importa cuántas leyes hagan los hombres, el mundo no se comporta según las leyes del hombre. Así que cada vez que sentimos el llamado de la misericordia, reconozco que no estoy en control – tengo miedo. Aquellos que no carguen el precio de la misericordia hacen todo lo posible por evitar la confrontación con el dolor.

Esta mujer que grazna a Yeshua no pide lástima. Pedía sacrificio. Pedía que el Hijo de David sacrificara el rol esperado del mesías judío y la viera como una criatura digna de amor.

La misericordia es la palabra que resume la vida de Yeshua. Tomó una decisión muy costosa. Dejó de ser Dios para ser como los enemigos de Dios – uno de nosotros. Y la misericordia también le costó a Dios. Perdió Su único Hijo al sacrificio por aquellos que merecían morir. El castigo de Yeshua por nuestros pecados costó a Dios Padre el dolor inimaginable de ver rechazo derramado sobre quién El ama eternamente. El Padre vio como despreciaban a la persona que no merecía la ira.  Siempre es caro mostrar misericordia. Aquellos que no paguen el precio de la misericordia hacen todo lo posible por evitar la confrontación con el dolor.

Misericordia, dolor, eleeo, Mateo 15:28

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